Nos encontramos ante un sector, el del mueble y el mobiliario, que vive años de crecimiento y recuperación tras la crisis iniciada en 2008. Según datos de AIDIMME, el crecimiento ha sido constante desde 2011, y ha sido desde 2014 cuando el crecimiento interanual del sector ha sido mayor, con un 3.1% y un 4.2% en 2014 y 2015, respectivamente.

Con una producción anual que para este año ya superará los 4.000 millones de euros en productos mobiliarios relacionados con baño, oficina, cocina, tapizado y mobiliario de hogar, entre otros, la recuperación también tiene entre sus causas la capacidad que han tenido las compañías del sector para sumarse a la transformación digital.

De hecho, ya en los años 90 el sector vivió una gran revolución con la introducción de novedades como los nuevos sistemas de acabados (introducción de las trefiladoras o los sistemas de recuperación de disolventes), la integración de displays electrónicos en la maquinaria o la aparición de los primeros centros de mecanizado con sistemas de chapado de curvas.

Ya con el inicio del siglo XXI llegarían más innovaciones al sector como los motores lineales, las mesas inteligentes de producción o el desarrollo de líneas de fabricación de elevadas capacidades y velocidades de proceso.

Las exigencias del consumidor, cada vez más demandante de productos a medida y personalizados, junto con las oportunidades que brindan las tecnologías actuales, han hecho que la industria de madera y mueble y sus fábricas tradicionales hayan derivado hacia las Smart Factories o fábricas inteligentes, algo que también podemos observar en los propios productos.

Las fábricas de la industria del mueble disponen ya de software específico para el tipo de productos y fabricación del sector.

Un buen ejemplo son las soluciones desarrolladas por AIDIMME (Instituto Tecnológico del Mueble, Madera, Embalaje y Afines), el CATe, una aplicación informática que supone un nuevo concepto de la catalogación y que puede utilizar el propio fabricante.

Entre las principales ventajas para la empresa está la reducción de costes en la actualización de productos y tarifas, la posibilidad de personalización de la herramienta o la gestión de la misma con hasta 5 idiomas diferentes.

Es una de las grandes inmersiones que ha hecho la tecnología en la industria del mueble. La robótica industrial ha permitido a las fábricas automatizar muchos procesos de la cadena de producción, permitiendo destinar recursos humanos a otras áreas de la compañía.

Junto con la propia robótica ha sido imprescindible la constante interconexión entre la maquinaria industrial para lograr la automatización óptima de los procesos.

Con ello se logran producciones más eficientes y, mediante el Big Data fruto de la interconexión, se logra una gran cantidad de información que permite optimizar en tiempo real cualquier problema de la cadena.

Se trata de los procesos de identificación automática que han sido especialmente útiles para sectores como el del mueble.

Nos referimos a tecnologías como los códigos de barras, la RFID (Radio Frequency Identification) y otros métodos de escaneado de productos que permiten una identificación en tiempo real que se transmite automáticamente a los sistemas informáticos, inventarios, bases de datos, ERPs o software del fabricante.

Este método es importante, por ejemplo, a la hora de seleccionar todas las piezas para la fabricación de un producto concreto, conocer cuántas quedan en el almacén y gestionar automáticamente la petición de recambios.

La tecnología actual ha permitido a las fábricas de muebles producir lotes cada vez más pequeños y a medida para el consumidor, y a su vez mantener los niveles de cantidad producida.

Esto solo es posible si optimizamos la eficiencia de todos los procesos, que son mucho más ágiles y resolutivos.

Una de las principales responsables es la estructura modular de fabricación, que huye del tradicional sistema de trabajo en cadena.

El mercado ya trabaja con tecnologías de inteligencia artificial que, tras la petición de un producto a medida del cliente, diseña de forma autónoma el boceto, lo envía a la fábrica y permite que la maquinaria industrial elabore el producto también de forma autónoma.

También la Industria 4.0 y la transformación digital han permitido que el sector se reinvente en muchos sentidos, dando lugar a nuevas líneas de negocio que startups y pymes han sabido aprovechar. Un buen ejemplo en España es el proyecto Printodeco, cuyo innovador producto utiliza la impresión digital decorativa en tableros de melamina. El producto final es resultante de la alianza de cuatro empresas dedicadas a la fabricación del propio tablero, la conversión en una superficie impresa, el recubrimiento de melamina, la transformación del tablero y el diseño del producto.

Otra línea de negocio son los muebles con un componente ambiental y de sostenibilidad. Como hemos comentado en artículos sobre otros sectores, las nuevas generaciones valoran cada vez más el aspecto sostenible y respetuoso con el medio ambiente de cualquier producto. En este sentido, ya podemos encontrar en el mercado muebles realizados tras un proceso de reciclaje de otro mobiliario. A ello se une la llamada Green Tech o la Green Factory, que utiliza mecanismos de reducción de consumo energético o eficiencia para lograr sus productos mediante la ‘tecnología verde.

Un ejemplo es la empresa catalana l’Estoc, que fabrica muebles con  materiales reciclados. En su caso, además, incorporan una gran dosis de trabajo artesanal y realizan una labor social importante, con una plantilla en la que tienen gran protagonismo personas con discapacidad intelectual.

Otro modelo de negocio del mueble sostenible es Paletos.net, empresa barcelonesa que también diseña y fabrica muebles a base de materiales reciclados. A ello añaden una atención personalizada y piezas únicas, dado que mantienen al máximo el mueble original haciendo que ningún producto sea igual.

Con una gran capacidad de transformación en las últimas décadas, ahora el sector del mueble mantiene como retos su inmersión definitiva en la Industria 4.0, logrando productos más personalizados, incorporando a los mismos tecnologías propias del Internet de las Cosas y a su vez manteniendo los niveles de calidad y cantidad. Es por ello que la inversión en I+D debe incrementarse como lo ha hecho ya en los últimos años para disponer de las principales innovaciones que ofrezca el mercado.