El panorama de los delitos informáticos en España evoluciona año tras año. Los delincuentes alteran sus estrategias operativas, desarrollan nuevas herramientas y técnicas y se aprovechan de los cambios en el comportamiento del consumidor y del negocio.
El móvil sigue siendo vulnerable a los ciberdelincuentes, ya que su popularidad como canal de banca y comercio electrónico crece y cada vez hay más servicios disponibles a través de aplicaciones móviles.
Los hackers también están apareciendo en el Internet de las Cosas mediante la explotación de prácticas de contraseñas deficientes para hacerse cargo de los dispositivos para sus propios propósitos. Además, los estándares de la industria y las regulaciones globales están impulsando una transformación digital, pero abriendo nuevos puntos de vulnerabilidad que tienen el potencial de ser explotados.
La policía y las empresas se enfrentan a la necesidad que supone la detección de delitos informáticos en España. Tienen como misión proteger a millones de consumidores contra el phishing, malware, adquisición de cuentas, amenazas a los medios sociales y otros ataques de alto impacto. Así como prevenir millones de euros en pérdidas por fraude cada año.
La alta cantidad de delitos informáticos en España se ve “favorecida” por los hábitos de los consumidores. Es indudable que a medida que avanza la tecnología, aparecen nuevas oportunidades de ataque.
Los ciberdelincuentes son especialistas en aprovechar las facilidades que los usuarios les ofrecen. En ese sentido, los españoles tienden a desprotegerse más de lo debido en su uso de Internet aunque existe gran cantidad de información y recursos sobre ciberseguridad a su disposición.
En ese mismo período, hasta un 22,8% permitía el acceso a sus perfiles por amigos de amigos y un 5,5% directamente desconocía su configuración de privacidad.
Los españoles están más expuestos a posibles delitos informáticos que otros ciudadanos de la Unión Europea debido al uso que hacen de Internet. Aunque por norma general, los europeos realizan más actividades online, los usuarios en España superan la media europea en cuanto la lectura de noticias y uso de redes sociales.
Otro aspecto decisivo de los delitos informáticos en España reside en el desconocimiento de los mismos. Los ciberdelincuentes trabajan en el anonimato y muchos usuarios no son conscientes de estar siendo atacados.
Así, como norma general, los españoles consideran que son menos propensos a los delitos informáticos que los europeos. Sin embargo, la realidad es distinta. En este sentido, Europol recientemente publicó el IOCTA 2017 (Internet Organised Crime Threat Assessment). En dicho informe, destaca la presencia de nuestro país en el ranking con la posición número cinco de Europa con las mayores detecciones de malware y botnets.
Los datos extraídos de los informes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad corroboran que los delitos informáticos en España aumentan para el período comprendido entre 2014 y 2017. Así, el año pasado se registraron un total de 81.307 ataques, lo que supone un 22,1% más que en 2016. La mayoría de estos son fraudes informáticos (74,4%), mientras que las amenazas y coacciones representan un 13,9%.
En cuanto al número de victimizaciones totales en 2017, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad registraron 62.419. Esta cifra representa un 14,64% de incremento con respecto al año anterior. En cuanto a los géneros, no hay grandes diferencias, aunque los hombres atacados (54,5%) superan ligeramente a las mujeres. Sin embargo, ellas exceden en porcentaje cuando los hechos están relacionados con el acceso e interceptación ilícita, contra el honor, los delitos sexuales y falsificación informática.
Las organizaciones son desafiadas en muchos frentes en sus esfuerzos por proteger sus clientes y sus negocios contra los delitos informáticos en España. La creciente popularidad del móvil para venta minorista, banca y otros servicios lo hace especialmente vulnerable a ciberdelincuentes y exige a las empresas que garanticen un enfoque eficaz para la seguridad en todos los canales digitales.
Aunque los principales mercados web oscuros se han cerrado, los ciberdelincuentes se mantienen en el negocio adaptándose a otras plataformas, desde canales de redes sociales a infraestructuras más especializadas. Están desarrollando nuevas herramientas para aprovechar los avances en el pago de servicios que están diseñados para hacer la vida más fácil a los clientes.
Los enfoques de prevención de fraude ahora requieren soluciones que pueden extenderse a entornos móviles y en la nube. Deben hacer un mayor uso de análisis de comportamiento, tomar ventaja de las capacidades de inteligencia de amenazas integradas, y lo más importante, ser diseñados con la experiencia del cliente en mente. Si bien es imposible detener cada ataque, sí es posible cambiar la forma en que las organizaciones detectan y responden a ellos para minimizar la pérdida o daño potencial.
En conclusión, la persecución de los delitos informáticos en España y el apoyo a la víctima para que denuncie sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país a pesar de su creciente magnitud. No obstante, hay razones para la esperanza. La especialización de la Policía y su colaboración con las organizaciones del sector es cada vez más estrecha y la calidad de las empresas y de los empleados dedicados a la ciberseguridad es más elevada, una rama donde los criminólogos pueden jugar un gran papel.
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