¿Sabéis qué es la caja negra de la Inteligencia Artificial? En los últimos años, se ha producido un rápido desarrollo tecnológico que ha abierto a la ciudadanía y a las empresas muchas oportunidades de crecimiento. No obstante, también existen riesgos potenciales y ciertas inquietudes por la posibilidad de que las máquinas puedan volverse en contra de la civilización. Por eso, en este artículo, vamos a contaros qué significa este concepto y si realmente deberíais preocuparos.
La Inteligencia Artificial (IA) es un término que se ha generalizado entre el ciudadano de a pie y en el tejido empresarial. Desde el sector sanitario a las finanzas, ha demostrado su potencial tanto para resolver problemas complejos como para llevar a cabo tareas rutinarias.
Prácticamente, todo el mundo ha probado alguna aplicación o herramienta que la incluye a lo largo de su vida. Seguro que os ha sorprendido más de una vez por la cantidad de posibilidades de mejora que ofrece.
En concreto, la IA en las empresas tiene utilidades como la automatización de tareas o el análisis de datos. De igual modo, puede contribuir a agilizar y mejorar los procesos de toma de decisiones. ¿Qué inconvenientes podéis poner a todo este conjunto de funcionalidades?
Es ahí donde adquiere protagonismo el término de caja negra de la IA. No tiene nada que ver con la de un avión, que es un aparato físico que almacena información. En este caso, se denomina así a los procesos de funcionamiento interno de las herramientas de IA y a la opacidad que presentan.
Cuando nos dan una respuesta, nos proporcionan un dato o ejecutan una acción, todo ello viene motivado por una serie de algoritmos. Lo que ocurre es que, en la mayoría de los casos, las empresas y personas que usan esta tecnología desconocen cuáles son.
De hecho, a menudo, no hay una transparencia real en lo que se refiere a los procesos de toma de decisiones de las aplicaciones o herramientas de IA. Esto plantea serias dudas sobre la posibilidad de que sus decisiones o acciones incurran en sesgos o discriminaciones.
Además, esto trae consigo ciertas consideraciones éticas y morales. Por ejemplo, si se emplea esta tecnología en el campo de la medicina y se toma una decisión que afecta negativamente a un paciente, ¿a quién se debería atribuir la responsabilidad?
La repercusión que esa complejidad de los algoritmos de la IA tiene en las empresas es muy diversa. Es más, no todas la usan al mismo nivel ni con semejantes fines. Las que más se arriesgan son las que recurren a esta tecnología para cuestiones de calado.
En la misma línea que el ejemplo anterior, en un centro sanitario, una mala decisión puede costar mucho dinero. Sin embargo, empresas que utilizan la IA para tareas más sencillas no se verán afectadas de igual manera.
Por tanto, esta falta de entendimiento puede ocasionar desconfianza en los procesos, errores o lentitud en la resolución de problemas. Asimismo, no comprender a fondo el funcionamiento de las herramientas impide su adaptación y personalización a negocios específicos.
En consecuencia, quienes ponen de manifiesto este tipo de circunstancias demandan una mayor seguridad de la IA que vaya acompañada de más claridad. Opinan que los procesos de toma de decisiones de las máquinas deben ser transparentes.
Así, las empresas o instituciones tendrán una base sólida en la que justificar la responsabilidad de sus acciones. Por otro lado, podréis personalizarlas y adaptarlas a su cultura organizacional y a la forma en la que desean que respondan a determinadas situaciones.
Lo es porque resulta difícil para la mayoría de personas entender los modelos matemáticos, datos, relaciones y patrones con los que la IA toma decisiones. Sus mecanismos internos son inaccesibles para los seres humanos y esto puede llegar a minar la confianza que muchos tienen en ella.
Si no se tiene el pleno convencimiento de que esta tecnología actúa con una serie de criterios éticos, a muchos sectores les resultará más complicado su empleo. Estos son, sobre todo, los mencionados de las finanzas y medicina y otros, como, por ejemplo, la abogacía, las criptomonedas y el compliance.
Desde hace unos años, a la par que se desarrolla la Inteligencia Artificial, han surgido técnicas para interpretar y explicar las decisiones que toma. Aun así, no se han logrado avances significativos, ni se puede saber si llegarán o cuándo lo harán.
En muchos aspectos sí lo es. Hay utilidades que pueden ser perfectamente implementadas sin que pongan en riesgo el trabajo o la ciberseguridad en las organizaciones. Algunas de ellas tienen que ver con herramientas de marketing, automatización de tareas o desarrollo de chatbots. Pese a ello, en determinados ámbitos se debe actuar con toda la precaución posible.
Es recomendable contrastar los datos que proporcionan y analizar de manera concienzuda el trabajo que realizan o las decisiones que nos recomiendan. A medida que se toma conciencia de esta preocupación, se avanza gracias al trabajo colaborativo de desarrolladores, empresarios y responsables políticos para impulsar la transparencia.
No obstante, es importante tener en cuenta que el trabajo que se lleva a cabo valiéndose de estos avances tecnológicos tiene consecuencias muy variadas. Puede afectar a los derechos individuales, la salud, la seguridad y a las operaciones de negocios.
La implantación creciente de herramientas de IA en las empresas brinda enormes ventajas, pero también algunas dudas y retos. Entre ellos está la caja negra de la Inteligencia Artificial, que tiene que ver con la dificultad de explicar los procesos de toma de decisiones de esta tecnología. Abordar esta cuestión con rigor, adoptar buenas prácticas e invertir en investigación están entre las soluciones a este problema de transparencia. Comprender el funcionamiento de estos recursos es básico para la confianza de los negocios y los clientes. Si deseáis saber más sobre la actualidad empresarial, innovación y otras novedades, echad un vistazo a nuestro blog.
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